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RECORTES


 Recortes sobre la Teoría de los Sistemas Complejos no lineales (Teoría del Caos o Teoría de la Complejidad)


En la teoría del caos, existen tres conceptos claves transversales: el control, la creatividad y la sutileza.

El control. La incertidumbre y la contingencia son fenómenos que acompañan toda la vida de los individuos y éstos han buscado siempre maneras de enfrentarla y de eliminarla, sin haberlo logrado. En las organizaciones siempre se ha luchado, a veces de manera obsesiva-compulsiva, por "tener el control" de todo lo que sucede y, en nombre de él, se han cometido muchos abusos contra las personas. Los individuos que conocen la teoría del caos saben muy bien que la obsesión de "mantener el control" es una entelequia. Saben que los sistemas caóticos no son predecibles, manipulables y controlables y que, en lugar de resistirnos a las incertidumbres de la vida, lo que deberíamos hacer es aceptarlas.

La creatividad. Cuando aceptamos la incertidumbre, como una característica de la vida, cuando aceptamos el caos, es entonces que aparece la creatividad. Las ideas fluyen libremente, sin ningún control, permitiendo que la creatividad y la imaginación corran como un río en la montaña. De igual forma que un río nace y muere en el mar, así las ideas tienen su tiempo para nacer y su tiempo para morir. Eso es el caos: muerte y nacimiento, destrucción y creación al mismo tiempo.

La sutileza. Aceptar la incertidumbre y permitir que fluya la imaginación, nos permitirá, al mismo tiempo, poner atención a las pequeñas sutilezas, a los pequeños detalles que pueden provocar cambios significativos en las personas. Esto implica el respeto de las opiniones de las otras personas, su derecho a disentir. La teoría del caos nos ayuda a comprender que si evitamos el control, si aceptamos la incertidumbre, ingresaremos al mundo de la sutileza y la ambigüedad, donde la vida se vive en plenitud.





Recorte de "El mundo interpersonal del infante. Una perspectiva desde el psicanálisis y la psicología evolutiva" de Daniel N. Stern. (4º reimpresión de 2005, en la página 41).

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En resumen, la vida social subjetiva del infante será vista como poseyendo las características siguientes. 
El infante está dotado de capacidades observables que maduran. Cuando ya se puede contar con esas capacidades. ellas son organizadas y transformadas, en saltos mentales cuánticos, en perspectivas subjetivas organizadoras del sentido del sí- mismo y del otro.

Cada nuevo sentido del sí-mismo define la formación de un nuevo dominio de relacionamiento. Si bien estos dominios de relacionamiento resultan en cambios cualitativos de la experiencia social, no son fases, sino formas de experiencia social que permanecen intactas a lo largo de la vida. Sin embargo, su fase inicial de formación constituye un período sensible del desarrollo.

La experiencia social subjetiva resulta de la suma e integración de la experiencia en todos los dominios.

 Los rasgos clínicos básicos son vistos como rasgos de todo el ciclo vital y no como rasgos de fases del desarrollo. A medida que surge cada dominio  de la experiencia del sí-mismo, la ontogenia de las líneas del desarrollo de cada rasgo clínico recibe un aporte diferente. 

Contando ya con este conocimiento del punto de vista y el entoque en la sección siguiente (la parte II) podremos intentar un examen más detallado de los cuatro sentidos del sí- mismo y de sus cuatro dominios de relacionamiento. Reuniremos los datos clínicos y observacionales aducibles en favor de esta concepción de la experiencia social subjetiva del infante.

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(* las cursivas son mías).

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